* Video «El Vuelo Acuático de la Libélula»
Las Libélulas pasan mucho tiempo de su vida temprano bajo el agua, siendo depredadores .
Primero son insectos … y se les llama ninfas ; atraviesan diferentes series de mudas o cambios en su madurez, en los que pueden cambiar su piel, pero sigue siendo ninfas.
Los estadios de su vida duran bastantes años, y en ese tiempo, no tienen ni idea que le espera en el futuro; simplemente experimenar una serie de mutaciones ocultas.
Un día súbitamente, un gen que estaba dormido se despierta, y la ninfa hace algo totálmente diferente : encuentra el tallo de una planta cercana, y sube por él, hasta salir del agua. Y por primera vez en su vida, toma contacto directo con el agua y con el Sol.
Una vez que la ninfa deja la seguridad del medio ambiente subacuático, la luz del Sol comienza a trabajar en ella, catalizando lo que será su muda. Justo en la fase final, ocurre la magia. En el transcurso de unas cuantas horas, surgen cuatro alas arrugadas y su torax empieza a desenroscarse.Lo verdaderamente revelador, es que este estado tiene que ver con el elemento agua.
Mientras que la libélula emergente sale del agua, se prepara para renacer en una nueva vida, en el elemento aire.. el agua que aún contiene su cuerpo, se convierte en la clave que hace posible el proceso de transformación .
El agua que hay en el cuerpo de la ninfa, se bombea hasta hasta las alas que están naciendo y provoca su despliegue.
La libélula es capaz de asumir su forma aerodinámica gracias al agua proveniente de su forma de vida anterior. Este agua, suscita la mutación de la ninfa en libélula. Cuando todo el agua se ha consumido , la libélula levanta el vuelo y comienza su nueva vida.
Su ciclo es una metáfora perfecta del despertar consciente del Plexo solar y de la mutación que esta manifestándose poco a poco en el Ser Humano.
También nos muestra, que como especie, tenemos que bucear profundamente en el campo emocional, en el cual tendremos que atravesar una serie de mutaciones de las que todavía somos inconscientes.
“Del libro Las Claves Genéticas, Richard Rudd”